Lo que mi abuelo no sabía

Corría el año 1953 cuando mi abuelo, con tan solo 18 años, viajó a Alemania para trabajar. Le ofrecieron un trabajo de labrador de campo y él aceptó sin pensárselo dos veces. La situación económica familiar era muy poco satisfactoria. Eran cuatro hermanos y el único ingreso que llegaba a casa era por parte de su madre que trabajaba haciendo arreglos textiles. Viajó a Alemania con la ropa que llevaba puesta. Sin sitio donde hospedarse, sin maleta y con el poco dinero que su familia pudo prestarle para que pudiera sobrevivir los primeros días. Fue todo muy rápido, él aceptó sin hacer ninguna pregunta. Lo que mi abuelo no sabía es que iba a ser parte de un experimento. 

Vivía en el propio campo donde trabajaba, en una cabaña de madera. Una tarde, mientras realizaba la recolección del día, vio asomarse en la tierra una piedra o, por lo menos, eso le parecía al principio. Al cogerla, se dio cuenta de que no lo era, que era como una judía. Estaba hambriento, así que, se la comió. Desde ese momento, todos los días encontraba una judía y se la comía. Le parecía muy extraño, ya que parecía que las habían depositado a propósito, pues no estaban plantadas en ningún sitio, pero no le dio mayor importancia en ese momento. 

A la semana, se despertó a media noche encontrándose bastante mal, no podía moverse de la cama y cuando abrió los ojos todo le daba vueltas, comenzó a ver elefantes como hormigas y hormigas como elefantes, leones como tortugas y tortugas con la raìdez de un león. No le cuadraba nada, estaba como en otro universo. 

Lo que mi abuelo no sabía es que estaba siendo parte de un experimento social en el que estaban probando el efecto de unas nuevas alubias creadas por el gobierno alemán para aprovecharse de los inmigrantes que venían de fuera del país a buscar trabajo.

Estas alubias le mantenían intoxicado y no se daba cuenta de nada. Al día siguiente, cuando despertaba, todo parecía normal, volvía a tomar las alubias y, por la noche volvían las alucinaciones y los experimentos. 

Estuvo tres años trabajando allí, sin ver a su familia, y sin saber nada de lo que hacían con él, puesto que él pensaba que estaba soñando. 

Esta historia la cuenta porque en esos años no se dio cuenta, pero diez años después de volver a casa, un antiguo compañero suyo contactó con él para decirle que llevaba investigando lo de las alubias desde que marchó de allí y, entre varias personas habían conseguido llegar a la verdad. 

Por: Claudia Caballero Carballo (España).

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